jueves, 29 de abril de 2010

Fin del capítulo






Esta semana, mi perrita y yo por fin quedamos en su casa. Estábamos ansiosos, porque por variadísimas circunstancias, hacía meses que no podíamos hacerlo.

Ojos vendados, manos a la espalda, azotes, mucho sexo oral (unas veces forzado y otras no, siempre increíble), órdenes, penetraciones de distinto tipo... mucho placer mutuo.

Cuando estábamos descansando abrazados, mi perrita me confesó que necesitaba dejarlo un tiempo. Por inseguridad y porque no sentía que estuviera a la altura. A pesar de que he hecho todo lo posible por convencerla de lo contrario, no lo he conseguido. Así que así estamos, coincidiendo en el ámbito laboral, pero totalmente envaillinados.

Me da la sensación de que la mayoría de los dominantes que leo en los blogs, ante esta situación largan a sus sumisas con cajas destempladas. Pero yo no puedo hacer eso, porque creo que mi perrita necesita este descanso de verdad. Pero mientras, yo estoy muy nervioso. Por no poder decirle lo que quiero que vista al día siguiente, ni cuándo quiero que vuelva a casa sin ropa interior (dejando sus braguitas en el trabajo). Por no poder torturar sus pezones cuando me apetece. Por no poder dejar mis dedos frente a su boca para que los limpie con su lengua cuando me como una chocolatina. Esas cosas.

Así que espero que dure poco...

lunes, 19 de abril de 2010

Culotte


El sábado mandé a mi perrita a comprarse un culotte. Lo hice por varias razones: porque me gusta que compre ropa pensando en mí, o de mi elección; porque quería que no se pasase la mañana comiéndose la olla; y porque sé que un culotte es una prenda un poco extravagante que en la vida se hubiese puesto. Y eso también es sumisión.

Me gusta pensar que a la hora de elegir, lo hará pensando en si me gustará el color, si el tejido me resultará agradable cuando le acaricie el culito, si esa costura le rozará el clítoris cuando le retuerza la prenda contra su coño...

Y me gusta que se vea con ese culotte puesto la próxima vez que quedemos. Cómo le sentará cuando esté a cuatro patas frente a mí, preparada para recibir unos azotes que llevo mucho tiempo guardándole.

miércoles, 14 de abril de 2010

Días extraños


Cuando no vives junto a la persona a la que estás dominando, hay días en que todo es muy confuso, y lo que ayer parecía tan normal, tan claro, tan evidente, hoy parece cosa de desequilibrados a los que deberían encerrar por pervertidos peligrosos.

Yo veo a mi perrita todos los días laborables. En el trabajo. Andamos muy cocidos en las horas que coincidimos, y muy rara vez organizamos sesiones. Así son las cosas hasta ahora.

Así que hay días terriblemente extraños. Unas veces terriblemente vainillas. Otros, el ajetreo no nos deja ni hablar.

Todo tiene sentido cuando como hoy, entro a la sala de mi perrita, donde está sentada de espaldas a la puerta. Le ofrezco mis dedos para que los lama, y meto mi mano por su escote. Bruscamente saco sus tetas del sujetador y le bajo el vestido para que queden al aire. Miro sus pezones, que están más hinchados que nunca porque hoy tiene la regla. Los acaricio, vuelvo a humedecer mis dedos con su lengua, y pellizco esos gordos y duros pezones hasta que me canso de hacerlo. Me gusta retorcerle los pezones mientras mi otra mano acaricia su nuca. Mi perrita ha estado mirándolo todo el tiempo y sé que verse en esa situación le ha excitado muchísimo. Me lo confirma por la noche en el chat.

lunes, 12 de abril de 2010

lbd

Acabo de chatear con mi perrita. Sé que ya se encuentra mejor que hace unos días porque la he notado muy caliente. En un sms me ha mostrado lo mucho que le gusta (y le excita) complacerme "como sea". Luego, en el Messenger, se ha propuesto calentarme muchísimo hablando de lo que hemos ido descubriendo en esta relación D/s cuando nos juntamos en su habitación. Lo ha conseguido, claro.

Mañana por la mañana le hago ponerse el vestido negro tan ajustado otra vez para ir al trabajo, esta vez sin sujetador.

Creo que antes, mañana por la mañana bien temprano, le voy a hacer una visita sorpresa.

lunes, 5 de abril de 2010

Mejor

Esta mañana he recibido mail de mi perrita. Me ha contado con todo lujo de detalles los pensamientos que tuvo el otro día mientras tomaba el sol. Ha sido algo totalmente distinto a cómo se encontraba ayer. Ha usado esas palabras y expresiones que sabe que tanto me gusta oír de su boca. Y me ha excitado mucho, claro.

También me ha dicho que se iba a poner un vestido que compró el otro día para mí. Y para colmo, que se iba a poner tacones. Odia ir de tiendas y odia ponerse tacones, aunque en el último año se los ha puesto más de lo que le gustaría.

Al entrar a mi sala, he visto mi perrita como una modelo con un vestido entalladísimo que dibujaba todo su cuerpo. No me he levantado del asiento. Le he hecho dar la vuelta para mí. He acariciado su cuerpo de arriba a abajo. Al final, mi mano ha bajado de más, como siempre, hasta acabar sobre su culo. Me gusta acariciar su culito sobre las medias, aún sabiendo que en cualquier momento se podría abrir la puerta. También como siempre, mis dedos se han deslizado entre sus piernas, donde la he estado acariciando un buen rato, notando cómo se le aceleraba la respiración, hasta que he oído ruidos y la he dejado ir. Me he quedado con las ganas de azotar su culito.

Tengo muchas ganas de quedar con mi perrita a solas para tratarla como ella y yo nos merecemos.

En Messenger esta noche, le he confesado que a veces, esa manera que tiene de adivinar mis deseos me parecen tan increíbles que hasta dudo que sean verdad. Me ha dicho que a ella le pasa lo mismo. Que lo que siente desde que me conoció estaba ahí, latente, y que yo la he ayudado a sacarlo.

domingo, 4 de abril de 2010

El brillo.

Después del largo puente de Semana Santa he podido chatear un poco con mi perrita. La he notado un poco tristona. Tiene visita al médico esta semana y debe estar nerviosa. Me gustaría poder animarla un poco mejor. Espero notar ese brillo en su mirada cuando la vuelva a ver mañana.