lunes, 19 de abril de 2010

Culotte


El sábado mandé a mi perrita a comprarse un culotte. Lo hice por varias razones: porque me gusta que compre ropa pensando en mí, o de mi elección; porque quería que no se pasase la mañana comiéndose la olla; y porque sé que un culotte es una prenda un poco extravagante que en la vida se hubiese puesto. Y eso también es sumisión.

Me gusta pensar que a la hora de elegir, lo hará pensando en si me gustará el color, si el tejido me resultará agradable cuando le acaricie el culito, si esa costura le rozará el clítoris cuando le retuerza la prenda contra su coño...

Y me gusta que se vea con ese culotte puesto la próxima vez que quedemos. Cómo le sentará cuando esté a cuatro patas frente a mí, preparada para recibir unos azotes que llevo mucho tiempo guardándole.

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