
Esta semana, mi perrita y yo por fin quedamos en su casa. Estábamos ansiosos, porque por variadísimas circunstancias, hacía meses que no podíamos hacerlo.
Ojos vendados, manos a la espalda, azotes, mucho sexo oral (unas veces forzado y otras no, siempre increíble), órdenes, penetraciones de distinto tipo... mucho placer mutuo.
Cuando estábamos descansando abrazados, mi perrita me confesó que necesitaba dejarlo un tiempo. Por inseguridad y porque no sentía que estuviera a la altura. A pesar de que he hecho todo lo posible por convencerla de lo contrario, no lo he conseguido. Así que así estamos, coincidiendo en el ámbito laboral, pero totalmente envaillinados.
Me da la sensación de que la mayoría de los dominantes que leo en los blogs, ante esta situación largan a sus sumisas con cajas destempladas. Pero yo no puedo hacer eso, porque creo que mi perrita necesita este descanso de verdad. Pero mientras, yo estoy muy nervioso. Por no poder decirle lo que quiero que vista al día siguiente, ni cuándo quiero que vuelva a casa sin ropa interior (dejando sus braguitas en el trabajo). Por no poder torturar sus pezones cuando me apetece. Por no poder dejar mis dedos frente a su boca para que los limpie con su lengua cuando me como una chocolatina. Esas cosas.
Así que espero que dure poco...