jueves, 11 de noviembre de 2010

Más


Me doy cuenta de que cada vez dejo más marcas en mi perrita. Cada vez influyo más en su forma de vestir, cada vez elijo más qué quiero que vista o no vista. Y cuando no lo hago, ella elije por mí prendas que hace unos meses no se hubiera puesto ni loca.

Cada vez usa menos ropa interior (y eso que me encanta) para ir a trabajar. Cada vez la pierde más a menudo a mitad de su jornada, sobre todo si está húmeda.

Cada vez más controlo más aspectos cotidianos de su vida. Cuándo y cómo ir al baño, cuándo puede o no comer dulces (algo que necesita tanto como respirar...). Un día de estos le echaré arrojos (falta me harán) para empezar a controlarle el tabaco.

Cada vez más necesito ir a donde trabaja, cerrar la puerta, y acercarle la mano para que me la lama. acariciarle la nuca. Tirarle del pelo mientras le pillezco un pezón. Notar cómo se excita sobre todo con esto último.

Un día nos van a pillar, y como eso ocurra, va a ser de traca...




Por cierto, no quería comparaciones con la gloriosa pareja de ahí arriba, pero es que gracias a ellos, en parte, empezó todo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario