miércoles, 8 de diciembre de 2010

Contarlo


Qué suerte y qué alivio quien puede contarlo, ¿eh?
Mi marido me ata. Mi novio me somete. Humillo a mi novia porque ella me lo pidió, y ahora a mí me gusta todavía más que a ella. No me puedo sentar de la somanta azotes que me propinó mi ama ayer. Esta noche voy así de puta porque él me lo ordenó por sms hace dos horas. Todo así, de forma natural.

Reconozcamos que la clandestinidad también tiene su morbillo, pero ¿no nos sentiríamos más libres gritando lo orgullosos que estamos de someter a alguien... de que alguien nos somete?